sábado, 15 de enero de 2011

Las almas que nunca terminan de nacer

El aborto al ser un tema tan espinoso, no puede acarrear posturas universales, sino más que nada subjetividades.

En algún momento, llevado por el turbulento huracán de las propuestas progresistas, me creí un acérrimo defensor del aborto legal. Luego de un tiempo de análisis, me vi obligado a revisar ese axioma. La incertidumbre que genera internamente el cambio de paradigma, fuerza a uno, a verificar con mayor minuciosidad sus principios.

No veo la legalización del aborto como la solución esencial al problema de los embarazos no deseados, a mi parecer el aborto debería de practicarse en caso de violación, o en algún tema por demás complejo.

La solución al embarazo no deseado, se debería de presentar antes de que este aparezca. Es decir, una correcta educación sexual, acceso libre tanto a preservativos como a pastillas anticonceptivas. No digo que no es algo que no se este haciendo, pero que sin embargo, hay generaciones que no han tenido la suerte de contar con este tipo de información y hoy jóvenes laceran sus cuerpos con pastillas abortivas que pueden producir hemorragias, y hasta en ciertos casos, no permitirle ser fértiles por el resto de sus vidas.

A lo que en primer lugar se debe de apelar, es a la toma de conciencia por la sociedad, del cuidado, de los riesgos que puede acarrear una relación sin los debidos recaudos. No creo convertirme con esto en un retrógrado, al contrario, creo que la educación será la única posibilidad del actuar “sexualmente responsable”.